Santiago del Estero - La BandaAnoche se puso en marcha la decimosexta edición del Festival de la Salamanca en el estadio del club Central Argentino. Varios medios nacionales cubren las alternativas de la cita folclórica provincial.En nuestra tradición,
Supay es el genio del mal. Es conocido desde la civilización de los Incas y se lo relaciona con las brujas y la Salamanca (especie de Academia donde se enseñan cátedras diabólicas).
El
Supay es muy temido y tiene una singular capacidad metamorfósica, es decir adopta distintas formas para manifestarse.
Puede aparecerse como un viento llamado Huayra Muyoj, originado en el choque de dos corrientes de aire que promueven un remolino, el que pareciera venir desde la espesura del monte atravesando todo lo que encuentra a su paso. Por ello cuando sopla el viento se oye decir a las mujeres temerosas, ¡Cruz! ¡Cruz! ¡Cruz! pidiéndole a Dios que el maléfico remolino tuerza su rumbo.
También los nativos hablan del pequeño Supay, travieso enano de la siesta que deambula por los ranchos en donde hay niños para llevarlos con él y preparar con ellos pócimas de hechicería.
Supay y sus adeptos viven en la
Salamanca. Esta es una cueva que está en la espesura del monte. Tiene una entrada secreta, semioculta entre las breñas, guardada por feroces animales.
Se dice que a la cueva de la
Salamanca van quienes quieren hacer un pacto con el diablo. Pero el Supay sólo acepta a los más fuertes y corajudos . Es por eso que le imparte a los iniciados una serie de pruebas. En ellas probarán su apostasía (deben escupir a Cristo y cachetear a la Virgen), su coraje (no deberán sentir miedo mientras dura la iniciación) y su habilidad y destreza física. Si el aprendiz de brujo logra superar estas pruebas, recién podrá conocer todos los secretos de la magia negra y por ende tendrá poder y riqueza.
En la
Salamanca se vive en eterno jolgorio. Las brujas y los brujos se regodean allí en lujurioso frenesí. Allí se canta, se baila, se encuentra toda clase de placer.
Si analizamos esta leyenda, veremos que sus orígenes son antiguos mitos universales: la cueva, el laberinto y el centro de la tierra. En ella se presenta la eterna lucha del héroe por lograr su finalidad, aún cuando puede perecer en el camino. Llegar al centro del laberinto tiene su premio: la sabiduría y el poder eterno. Pero el camino no es fácil, está plagado de acechanzas. Y ese centro mítico tiene dos versiones: puede ser la
Salamanca, donde lo esperará el diablo, o puede ser el paraíso, morada celeste de Dios.
"Y en las noches de luna se puede sentir a Mandinga y los diablos cantar" (La Salamanca - Zamba de Arturo Ávalos) I – LOS QUE PACTAN En estos días se conmemora los 450 años de la fundación de la ciudad más antigua del país: Santiago del Estero.
Como muchas provincias, padece del depotismo de políticos, a los que se los denomina "caudillos", siendo que, el último y verdadero Caudillo que tuvo esta provincia fue Don Felipe Ibarra, durante el periodo de la Confederación Argentina que tuvo a Juan M. de Rosas como su supremo inspirador.
En las tradiciones que viven en el alma del pueblo santiagueño, y en gran parte de las provincias del norte, esta la leyenda de la Salamanca, un lugar donde se desarrolla una ceremonia perpetua, presidida por la corte de Lucifer, Mandinga, por el Macho Cabrío que hasta la pintura de Goya inmortalizó.
La Salamanca ha sido descrita como un socavón de la ladera de un cerro, también como una cueva oculta en la profundidad del monte, o en un lugar oculto al borde de un río. Son pocos los que pueden por las noches escuchar los cantos que nacen de ese lugar prohibido, y menos son los que logran ver su entrada.
A ese lugar, convergen los diablos, los condenados, los poseídos, los brujos y brujas que van a mejorar sus artes luciferinas. También, llegan los que buscan un favor de Mandinga: concretar un pacto con él, para adquirir una habilidad sobrenatural a cambio de entregar el alma. Es un contrato firmado con sangre.
Allí se dice que cayeron grandes cantores, oradores, jinetes deslumbrantes, mujeres de belleza exótica, grandes poetas, guitarristas con una magia deslumbrante en sus manos. Todas personas que no pueden soportar la mediocridad de sus vidas, y buscan destacarse a costa de perder la verdadera vida que nace en la muerte.
No todos cumplen con su contrato. Santos Vega, el gran payador, fue uno de ellos. Hubo de perder una payada con el mismo Mandinga (Juan sin Ropa) para tener que aceptar su trágico destino final.
II – COMO INGRESAR Todos los que ingresan a la Salamanca, o han vendido su alma al diablo, o van en camino a hacerlo. No es precisamente una tierra para turistas. No hay forma de que los incrédulos puedan ver la Salamanca. Esta carece de existencia física. Sólo la voluntad de la persona hará posible hallar la puerta de ingreso a la misma.
El aspirante conoce a través de la tradición oral, y de un comunicador válido –iniciado-, el lugar donde se halla la cueva, y las pruebas a las que será sometido por Mandinga, quién probará su temple al atreverse a hacer un contrato cara a cara con él.
Una vez que se llega al lugar donde se hallaría la boca de acceso a la Salamanca, el aspirante deberá desnudarse, y esperar atento algún sonido o signo que lo guíe a la cueva. De esta manera, puede ser una lechuza, un cuervo negro, el sonido de un arpa o la huella de un basilisco el que lo guíe. (1)
En la puerta de entrada será recibido por víboras de ojos centelleantes, y otros reptiles de gran tamaño que no aparecen en ningún libro de zoología. El visitante será rodeado por ofidios que se le enroscarán en su cuerpo, y por arañas que se le irán subiendo, acariciándole con sus pieles rugosas. Uno deberá pasar esa prueba con serenidad y no caer en el pánico, a riesgo de perder la vida. Ya dentro, deberá sortear un arunco, un chivo de mal aspecto y de pestilente olor, que tratará insistentemente de embestirlo para empujarlo hacia el interior de la cueva. Allí, será un cuervo negro el que hará de guía, después de decir en voz alta la contraseña que un iniciado le ha revelado. Lo primero que hallará en el descenso, será un crucifijo invertido, al cual deberá escupir y blasfemar para continuar.
Si el aspirante vacila, dejará de ver la entrada y se hallará en medio de una oscuridad agobiante. Podrá salir de esa situación, pero con seguridad padecerá de permanentes crisis espirituales que lo acosarán durante toda su vida.
III – EL TEMPLO La tradición nos revela que el interior de la Salamanca es deslumbrante y terrorífico al mismo tiempo: se halla iluminado con lámparas de aceite humano, grandes cortinados de telas y marmolería fastuosa, que los templos griegos envidiarían. En el fondo de la misma, esta el asiento de Mandinga, rodeado de los animales más terroríficos del reino de las tinieblas.
Allí, el visitante que viene a hacer su pacto, se aproxima al trono. A su alrededor, bailan y danzan los condenados: hechiceros, brujas, hermosas doncellas que nunca ven la luz del sol, serpientes de gran tamaño, sapos, culebras, cerdos, lechuzas, quirquinchos, lobizones, y los diablos.
Frente al Príncipe de los Rebeldes, el aspirante formula su deseo. El diablo le hará pasar por nuevas pruebas para ser merecedor del acuerdo perpetuo. Los que han revelado algunas de esas pruebas, hablan de tener que montar sobre una bestia salvaje para domarla. En otras, se le hace caminar sobre el filo de un puñal colocado entre dos abismos sin fondo.
Finalmente, para probar su fortaleza y fidelidad a Mandinga, deberá hacer un daño a sus seres más queridos.
La prueba de fuego, que Dios exigió de Abraham el ordenar sacrificar su único hijo ... a diferencia de que el Diablo, no se caracteriza por cambiar de opinión.
Una vez cumplida todas las pruebas, Mandinga entrega al ya iniciado un champi (2), el cual deberá tener consigo, y que le será de su enlace mágico con la sabiduría luciferina. Finalmente, la cueva estalla en una fiesta infernal, demencial. Se desata la bacanal, el enorme banquete, la música aturdidora, el baile lujurioso de las doncellas y de jóvenes desnudos que invitan a todos los presentes al inicio de la gran orgía.
IV – EL RETORNO A LA CAVERNA La actual Santiago del Estero, cuna de la argentinidad con sus 450 años de vida, es una fuente de sabiduría que emana del polvo de sus calles, del aroma de sus árboles, del canto de sus pájaros, de los altos tejados. Pero en ella, como en muchas grandes ciudades, caminan individuos que son extraños a su espíritu. Hoy, poca gente de las provincias argentinas creen en la Salamanca. Sólo por algunas canciones folclóricas, y por personas "crédulas" que alejadas de los centros urbanos siguen hablando de esa caverna invisible, que algunos la han visto en el cerro de Huanchar en Jujuy, o en el camino a Oran en Salta, donde comienza la gran curva del Bermejo. Y así, la Salamanca vive donde los iniciados estén para guiar a aquellos que le suplican la revelación del secreto.
En tanto avanza la decadencia, la Salamanca pasa al olvido. Las personas que creen en esas leyendas, son los que viven las tradiciones de esta tierra, y por lo tanto, saben rechazar la modernidad cuando esta les llega a robarle el espíritu. Sin embargo, esas personas que están abiertas a una realidad supranatural, no han entendido que la Salamanca ya no tiene motivo por el cual existir: los malditos han abandonado la cueva infernal, y hoy dominan Argentum. Mandinga no necesita más iniciados. Tiene todos los que necesita para esclavizar esta tierra. Sus principales discípulos, han sido los oradores, los encantadores de masas, que han vendido riquezas imaginarias a los crédulos, y estos los han elevado como caudillos de esta tierra.
La Salamanca ya ha cumplido su cometido. Sus legiones ahora vagan por nuestros campos y ciudades destruyendo todo, robando las almas de los moradores de esta tierra.
Su creación más sublime, ha sido las enormes urbes, tumbas del espíritu legionario que supo existir.
Los que entienden el simbolismo de esta decadencia, deberemos crear nuestra propia Salamanca, donde logremos alcanzar un estado del espíritu apto para revertir la oscuridad que se ha apoderado de la superficie. Allí, en esa catacumba, deberemos recuperar los ritos de iniciación que nos permitan alcanzar un conocimiento superior al actual. Y como la Salamanca, no todos podrán ver esta nueva caverna. En ella, una gran Cruz de Plata evitará el ingreso de los condenados, de los necios y de los tibios. Solo aquellas personas con la firme voluntad de renunciar a lo que es superficial, podrá recién ver y seguir el vuelo del Cóndor que lo acercará a nuestra caverna, aquella que René Guenón describió como la que contendría los Hombres que darían inicio a una nueva edad dorada.